La noche del 9 de mayo del año 1929, luego de
haber cenado con la familia, hubo una discusión del abuelo con la madre de
Dionisio. Sumido en un ataque de locura, el abuelo tomó su facón y se
dirigió hacia el dormitorio de la madre de los niños donde la apuñaló, dándole
muerte. Cuando Dionisio se enteró, corrió en busca de su tío, quien al oír lo
que acontecía, salió de su habitación y se trabó en lucha con el abuelo. En la
lucha resultaron gravemente heridos tanto el tío como Dionisio.
El
tío malherido le aconsejó a Dionisio tomar a su hermana y aguardar escondido en
el galpón hasta el amanecer, para luego llevarla al poblado. Dionisio se ocultó
de su abuelo, cubrió su herida con un trozo de sábana y esperó por horas una
ocasión propicia. Finalmente caminó 5 kilómetros hasta el entonces poblado del
Oro, donde dejó a su hermanita en una casa. Luego partió hacia el destacamento
policial. Lo vio el médico del local, que ordenó su internación inmediata
en el hospital departamental de Treinta y Tres; pero recién al otro día,
un automóvil particular de un habitante de Vergara (poblado
cercano) arribó al lugar para trasladar a Dionisio. Dionisio falleció de camino
a Treinta y Tres debido a las heridas recibidas.
Su
tragedia es evocada como un verdadero ejemplo de estoicismo y lucha ante la
adversidad. La leyenda popular lo reconoce como el Héroe de Arroyo del Oro.
En 1953 se
inauguró en la Plaza Colón de la ciudad de Treinta y Tres el Monumento a
Dionisio Díaz, una obra de José Pedro Belloni, financiada con el aporte de
los niños de todas las escuelas públicas y privadas del país. Al pie del
monumento, que representa al niño cargando a su hermana, se inscribió la
leyenda «Dionisio Díaz el héroe de Arroyo del Oro, ejemplo infantil de
sacrificio de amor y de heroísmo».
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